Capítulo 1: Salva Nuestras Almas

Abrí aquellas puertas enormes y pesadas. Entré. Detrás de mi entraba una luz clara e intensa. Mis pasos resonaban dentro de aquellas paredes altas y antiguas. Las vidrieras formaban dibujos y colores de historias del pasado y, al fondo, una cruz coronaba la sala. Me acerqué hasta la única persona que estaba sentada en uno de los bancos del principio. Me senté a su lado. Aquel hombre estaba con la cabeza agachada y con los ojos cerrados balbuceando cosas que a mi me interesaban poco. Al escuchar mis pasos a su lado levantó la cabeza y abrió los ojos.
-Pensaba que estabas muerto-dijo fríamente.
-Es una larga historia.
Ninguno de los dos nos miramos al hablar. Ambos, teníamos la mirada perdida en el infinito de aquella iglesia.
-Tenemos tiempo.
-Yo creo que no.
-¿No? ¿Tienes algo que hacer?
-Si.
-Entonces, ¿A qué has venido?
-A matarte.